miércoles 7 de enero de 2009
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El fallecimiento del escultor orotavense Ezequiel de León Domínguez ha conmovido a la Villa orotavense, no sólo por lo que fue dentro del ámbito artístico -escultor, restaurador, alfombrista, pintor...-, sino por lo que fue en su vida cotidiana en el día a día; hombre extrovertido, de buen carácter, sencillo, hablador. Tuve la suerte de conocerlo siendo yo muy pequeño, además de contar en el tiempo con su amistad.Siempre era igual; su vocación por el arte lo llenaba de ilusión, resplandecía su rostro cuando tenía alguna perspectiva inmediata, disfrutaba con lo que hacía y le gustaba hablar de sus obras; se sentía orgulloso de poder dejar su arte en tantas ciudades, pueblos o lugares donde requirieron sus trabajos. Dios puso en las manos de Ezequiel la habilidad suficiente para expresar en infinidad de obras que era un hombre de fe, un creyente que hizo uso de su corazón y de su mente para reflejar las mejores expresiones de dolor en los cristos crucificados por los que sentía gran pasión; o por la Piedad, otra de sus debilidades; la dulzura de las vírgenes o santas.Ezequiel de León ha dejado un riquísimo patrimonio artístico en Canarias, traspasando además fronteras que comienzan por nuestra propia nación para llegar hasta Argentina, Brasil, San Antonio de Texas, Roma (El Vaticano) y Venezuela, donde tiene unas treinta imágenes de la Virgen de Candelaria. Ezequiel, un hombre excepcional, sencillo, de a pie, jamás se dejó notar por el orgullo o la vanidad por ser quien era, padre de una gran familia en la que algunos de sus hijos han cogido el testigo del arte. Supo llevar bien el tiempo de su enfermedad incluso en esa situación no dejó de ser Ezequiel. Deja un gran vacío en la Villa y en Canarias, pero enarbolará su nombre y el de su pueblo para la historia del arte mundial como lo ha hecho otro orotavense, Fernando Estévez. Ezequiel cuenta con numerosos premios por su gran labor artística. En camino está la posibilidad del Premio de Canarias, pero sin duda su gran premio, el mayor de los éxitos es el llegar a ser escultor en el Cielo, disfrutando a la vez del extraordinario catálogo de sus magníficas obras que siempre realizó como homenaje al Hijo de Dios o a su Madre en sus distintas advocaciones. Ezequiel de León Domínguez, padre de familia, escultor, restaurador, alfombrista, un artista evangelizador que dedicó su vida a resaltar la grandeza de Dios por medio del arte.