El Convento de San Juan Bautista o de Santa Clara fue fundado en 1547, merced a una donación de 2000 doblos de oros que para este fin dejó en su testamento Alonso de Lugo, hijo del conquistador Bartolomé Benítez.
La primera casa de las monjas Claras fue el Convento de San Miguel de las Victorias, cedido temporalmente por los franciscanos. A él llegaron las diez religiosas fundadoras en febrero de aquel año procedentes de Sanlúcar de Barrameda y de Baeza.
En 1575 comenzó a construirse el edificio definitivo, gracias a la donación de las casas de doña Olalla Fonte del Castillo, que aportó además los fondos necesarios para él. Las obras se concluyeron rápido y sólo tres años más tarde se trasladó la congregación. Durante el siglo XVII el convento creció en rentas y en número de profesas, llegando a contar con ciento cincuenta a mediados de siglo.
En 1697 un incendio destruyó casi todo el inmueble. Su reconstrucción comenzó inmediatamente y el edificio resultante es el que en líneas generales se puede apreciar actualmente.
Al ser un convento de clausura, su aspecto exterior es de altos muros de mampostería sin apenas huecos importantes ni elementos arquitectónicos destacables.
Sin embargo, esta impresión cambia si observamos el edificio desde la calle Ernesto Ascanio y León Huerta, conocida popularmente como callejón de las Claras, donde encontramos los dos únicos elementos artísticos de gran valor arquitectónico. El primero es el típico ajimez o mirador construido en 1717 que, al estar situado en la esquina con la calle Viana, rápidamente se convierte en un punto de referencia visual. El segundo es la fachada de la iglesia, que ocupa todo el callejón, con sus ventanas con rejas y las dos portadas de cantería roja.
La iglesia es de una sola nave, y en ella destaca el magnífico artesonado mudéjar con un relieve de talla dorada en su centro que representa a San Francisco y Santa Clara.
La primera casa de las monjas Claras fue el Convento de San Miguel de las Victorias, cedido temporalmente por los franciscanos. A él llegaron las diez religiosas fundadoras en febrero de aquel año procedentes de Sanlúcar de Barrameda y de Baeza.
En 1575 comenzó a construirse el edificio definitivo, gracias a la donación de las casas de doña Olalla Fonte del Castillo, que aportó además los fondos necesarios para él. Las obras se concluyeron rápido y sólo tres años más tarde se trasladó la congregación. Durante el siglo XVII el convento creció en rentas y en número de profesas, llegando a contar con ciento cincuenta a mediados de siglo.
En 1697 un incendio destruyó casi todo el inmueble. Su reconstrucción comenzó inmediatamente y el edificio resultante es el que en líneas generales se puede apreciar actualmente.
Al ser un convento de clausura, su aspecto exterior es de altos muros de mampostería sin apenas huecos importantes ni elementos arquitectónicos destacables.
Sin embargo, esta impresión cambia si observamos el edificio desde la calle Ernesto Ascanio y León Huerta, conocida popularmente como callejón de las Claras, donde encontramos los dos únicos elementos artísticos de gran valor arquitectónico. El primero es el típico ajimez o mirador construido en 1717 que, al estar situado en la esquina con la calle Viana, rápidamente se convierte en un punto de referencia visual. El segundo es la fachada de la iglesia, que ocupa todo el callejón, con sus ventanas con rejas y las dos portadas de cantería roja.
La iglesia es de una sola nave, y en ella destaca el magnífico artesonado mudéjar con un relieve de talla dorada en su centro que representa a San Francisco y Santa Clara.
