MONUMENTO AL SANTÍSIMO
(Santo Domingo-La Laguna)

Te doy gracias Señor
Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno
porque aunque soy un siervo pecador
y sin mérito alguno,
has querido alimentarme
misericordiosamente
con el cuerpo y la sangre
de tu hijo Nuestro Señor
Jesucristo.
Que esta sagrada comunión
no vaya a ser para mi
ocasión de castigo
sino causa de
perdón y salvación.
Que sea para mi armadura
de fe, escudo de buena voluntad;
que me libre de todos mis vicios
y me ayude a superar
mis pasionres desordenadas;
que aumente mi caridad
y mi paciencia
mi obediencia y humildad,
y mi capacidad para hacer el bien.
Que sea defensa inexpungable
contra todos mis enemigos,
visibles e invisibles;
y guía de todos
mis impulsos y deseos
Que me una más intimamente a ti,
único y verdadero Dios
y me conduzca con seguridad
al banquete del cielo,
donde tu, con tu hijo
y el Espíritu Santo,
eres luz verdadera,
satisfacción cumplida
gozo perdurable
y felicidad perfecta.
Por Cristo, Nuestro Señor
Amén
ALABANZAS EN REPARACIÓN DE LAS BLASFEMIAS
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Gloria al Padre.
Actos de adoración y desagravio al Santísimo Sacramento
1.Os adoro profundamente, oh Jesús mío sacramentado, y os reconozco por verdadero Dios y verdadero Hombre; con este acto de adoración es mi deseo suplir la tibieza de tantos cristianos que, al pasar por delante de vuestros templos, y aun muchas veces estando delante del Sagrario donde os dignáis permanecer continuamente con amorosa impaciencia de comunicaros con vuestros fieles, ni siquiera os saludan, y con su indiferencia muestran estar, como los israelitas en el desierto, hastiados de este maná celestial.
En desagravio de tan culpable tibieza, os ofrezco la sangre preciosísima que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente, en ella, repito una y mil veces:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, y creo que estáis presente en el Santísimo Sacramento, y con este acto de adoración es mi deseo suplir la ingratitud de tantos cristianos que, al veros llevar a los enfermos para ser su Viático en el gran viaje de la eternidad, no os acompañan y apenas si se dignan honraros con un acto externo de adoración.
En desagravio de tanta frialdad, os ofrezco la Sangre preciosísima que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente en ella, os digo una y mil veces:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
3.Os adoro profundamente, oh Jesús mío, verdadero Pan de vida eterna, y con este acto de adoración es mi deseo desagraviaros de tantas heridas que causa cada día a vuestro Corazón la profanación de las iglesias, donde os dignáis permanecer bajo las Especies sacramentales, para ser amado y adorado de vuestros fieles.
En desagravio de tantas irreverencias, os ofrezco la Sangre que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente en ella, repito cada instante:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
4. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, Pan vivo bajado del Cielo; y con este acto de adoración es mi deseo reparar tantas y tantas irreverencias como cometen vuestros fieles mientras asisten a la santa Misa, en la cual, por un exceso de amor, renováis, aunque sin derramar sangre, el mismo Sacrificio que ofrecisteis un día en el Calvario por nuestra salvación. En desagravio de tanta ingratitud, os ofrezco la Sangre que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, en la cual me encierro espiritualmente, y, uniendo mi voz a la de los Ángeles que en torno de Vos forman corona, os digo con ellos:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
5. Os adoro profundamente, oh Jesús mío, verdadera víctima de expiación, por nuestros pecados; y os ofrezco este acto de adoración para desagraviaros por los sacrilegios y ultrajes que recibís de tantos cristianos ingratos, que tienen el atrevimiento de acercarse a recibiros en la Sagrada Comunión con el pecado mortal en el alma.
En desagravio de tan horribles sacrilegios, os ofrezco las últimas gotas de vuestra preciosísima Sangre, que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, en el cual, espiritualmente encerrado, os adoro, os bendigo y amo, repitiendo con todas las almas devotas del Santísimo Sacramento:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
MI VISITA AL SANTÍSIMO
Actos de adoración
Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el Sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, donde estás más abandonado y eres más ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los sagrarios del mundo.
Di a Jesús muchas cosas que yo no sé decirle, y pídele su Bendición para mí.
Actos de Fe
Creo, Jesús mío, que eres el hijo de Dios, que has venido a salvarnos.
Creo que estas presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que Bendices a los que te visitan y que atiendes los ruegos de tus adoradores.
Creo que eres el Viático de los moribundos que te aman, para llevarlos al cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen.
(Comunión espiritual)
Creo que estas presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que Bendices a los que te visitan y que atiendes los ruegos de tus adoradores.
Creo que eres el Viático de los moribundos que te aman, para llevarlos al cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen.
(Comunión espiritual)
Actos de esperanza
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios, que me has creado para el cielo.
Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado y me defiendes ante el Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque me has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno, que me mandas que confíe en Ti, bajo pena de condenación eterna.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has defraudado mi esperanza.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Actos de caridad
Te amo, Jesús mío, y te amo como a nadie.
Porque Tú me has amado infinitamente.
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme.
Porque Tú no me has podido amar más.
Porque me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo sea de tu gloria.
Porque te entregas del todo a mí en la Comunión.
Porque me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque estas siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.
Porque me recibes siempre en audiencia, sin hacerme esperar.
Porque eres mi mejor Amigo.
Porque me llenas de tus dones.
Porque me tratas siempre muy bien a pesar de mis pecados e ingratitudes.
Porque me has enseñado que Dios es mi Padre y que me ama mucho.
Porque me has dado por Madre a tu misma Madre;
Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más.
Dulce corazón de Jesús, sé mi amor.
Te amo por los que no te aman;
Te amo por los que nunca piensan en Ti;
Te amo por los que no te visitan;
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Que pena siento por esto!
Te amo y te digo con aquel tu siervo:
"Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e infinito que tienes a tu Padre celestial. ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco todo el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío que es. Te amo cuando tu hijo te ama." (San Juan Eudes).
Actos de contrición
Jesús mío misericordia.
Jesús mío, te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que conozco y no conozco.
Por lo mucho que te he disgustado con ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho el haberte ofendido con ellos.
¡Perdóname, perdóname, perdóname!
Perdóname, según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.
Perdóname, y no quieras acordarte ya de mis pecados.
Perdóname, y limpia mi alma de tanta basura e infidelidad.
Perdóname, y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, que estoy muy arrepentido.
Perdóname que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.
Perdóname, y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.
Perdóname, porque, no obstante, Tú sabes que te quiero mucho.
Jesús, sé para mí Jesús.
Madre mía, María, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.
Dulce Corazón de María, sé mi salvación.
Actos de gratitud
Oh Jesús, te doy gracias por los beneficios que me has hecho.
Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré eternamente.
Padre celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.
Espíritu Santo, que me inspiras estos sentimientos, a Ti sea dado todo honor y toda gloria.
Jesús mío, te doy gracias, sobre todo, por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano, mediante el santo bautismo, cuyas promesas renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu misma Madre. Por haberme dado un grande amor a tan tierna Madre.
Por haberme dado por protector a San José tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte, y de vivir, y de morir en tu gracia.
Actos de súplica
Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.
Que persevere siempre en tu amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo, cuando esté en peligro de pecar y en la hora de mi muerte.
Que no permitas que jamás me aparte de Ti.
Que sepa padecer con resignación por Ti.
Que no me preocupe sino de amarte
Que ame también a mi prójimo.
Que ame mucho a los pecadores
Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.
Que ame mucho a las almas del purgatorio.
Que saques muchas almas del purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que ampares a tu santa Iglesia.
Al Romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.
A los Prelados y sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas.
A los que mandan en tu nombre.
A los que gobiernan nuestra Nación.
A nuestra querida España.
A mis amados parientes, y allegados.
Que pagues a mis bienhechores.
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me miren con indiferencia o no me quieran;
Que trabaje mucho por Ti hasta mi muerte.
Que me concedas una muerte santa;
Que diga al morir; ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera.
Amén.
Oración final
Jesús mío, échame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de esta visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me anime a amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos.
Adiós, adiós, Jesús mío
Exposición del Santísimo
La exposición del Santísimo es la devoción que tiene por objeto la adoración de Cristo Eucarístico. Se fundamenta en la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía se expone en una custodia (ostensorio) para adoración.
La Exposición al Santísimo ha sido recomendada con frecuencia por los Papas. La vida de los santos está repleta de testimonios de amor al Santísimo y de los maravillosos frutos de la adoración a través de los siglos.
Papa Benedicto XVI (2 marzo,2006)
Sólo querría dar gracias a Dios, pues tras el Concilio, después de un período en el que faltaba algo del sentido de la adoración eucarística, ha vuelto a renacer esta adoración por doquier en la Iglesia, como hemos visto y escuchado en el Sínodo sobre la Eucaristía.
Ciertamente con la Constitución conciliar sobre la liturgia, se redescubrió particularmente toda la riqueza de la Eucaristía, celebrada donde se realiza el testamento del Señor: Él se nos da y nosotros le respondemos dándonos a Él.
Entrar en comunión sacramental, casi corporal, con Él pierde su profundidad y también su riqueza humana si falta la adoración, como acto que sigue a la Comunión recibida.
La adoración es entrar con la profundidad de nuestro corazón en comunión con el Señor que se hace presente corporalmente en la Eucaristía.
40 Horas de adoración
En 1534, en reparación a los ataques de los protestantes contra la Eucaristía, los capuchinos decidieron incrementar la exposición del Santísimo durante los tres días que precedían a la Cuaresma. Estos días popularmente se utilizan en carnavales. Establecieron así cuarenta horas consecutivas de adoración, el tiempo que transcurrió aproximadamente entre la crucifixión y la resurrección de Nuestro Señor. Comenzando en Milán, Italia, la práctica pronto se propagó por todo el país y por el mundo. San Felipe Neri introdujo la devoción en Roma. Los Papas Pío IV, Clemente VIII y Pablo V la enriquecieron con numerosas indulgencias.
Algunas asociaciones han tomado la adoración perpetua como uno de sus principales fines. Entre ellas está la Archicofradía del Sagrado Corazón de Jesús. La devoción al Sagrado Corazón conduce al encuentro con Jesús Eucarístico. Santa Margarita María Alacoque
La adoración nocturna para hombres comenzó en Nuestra Señora de las Victorias (París), el 6 de diciembre de 1848. Desde París, los centros de adoración nocturna se extendieron por el mundo. En 1875 había en Francia unas sesenta diócesis con adoración perpetua diurna. En cuarenta de ellas había también adoración nocturna.
Testimonio
Me cuenta el párroco de la iglesia de Prato donde está la Adoración Perpetua, que estando él en la capilla de la adoración, siendo las 4 y media de la madrugada, entró un hombre y cayendo de rodillas se echó a llorar. Lloraba con toda su alma. Don Guglielmo, el párroco, se acercó a consolarlo y lo llevó a una sala contigua. Allí el hombre le contó que iba en camino al puente vecino, que está sobre el río, con la intención de acabar con su vida cuando vio la luz de la capilla y sintió una fuerza que lo atraía adentro. Allí, en la penumbra, iluminado estaba el Señor en el Santísimo y se quebró. Iba camino a la muerte y se encontró con Aquel que es la Resurrección y la Vida. Gloria a nuestro Señor!
P. Justo, noviembre, 2008
