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Otras edificaciones religiosas de interés

Otras edificaciones religiosas de interés
En las edificaciones religiosas, a las que la comunidad dedicaba gran parte de sus intereses y esfuerzos como manifestación no sólo de su devoción sino de sus recursos económicos, observamos cómo estos condicionantes económicos sólo permitieron un magnífico templo parroquial en la Villa de Arico ( El Lomo de Arico, primer asentamiento). La iglesia de San Juan Bautista y su entorno constituyen el conjunto arquitectónico más destacado del Municipio de Arico con la consideración de monumento histórico artístico en 1985. Paradójicamente, en Arico el Nuevo, enclave generado por una nueva generación de propietarios, no llega su ermita a salirse de los parámetros sencillos de éstas. La razón la encontramos en que cuando surge este nuevo asentamiento debían colaborar en la nueva iglesia parroquial, además de construir sus propias casas, y luego ya se entra en el retroceso y estancamiento económico.
La ermita de la Punta de Abona o de Ntra. Sra. de Las Mercedes, representa la más antigua construcción religiosa de toda la jurisdicción, es un claro ejemplo de la bipolaridad que se da en la isla entre un lugar accesible y representativo de costa, como punto de partida en la conquista del territorio, en contraposición a otro de medianía. Su historia como construcción ha sufrido múltiples avatares, no sólo por su cercanía a la costa, sino porque ya había cumplido con la razón que la originara. Estaba en construcción en 1514 y fue reconstruida en 1624 y 1695. Con el tiempo se convirtió en el segundo Santuario Mariano del Sur, después del de la Virgen de Candelaria. Saqueada por piratas argelinos en 1741, sufrió diversas mejoras a lo largo del siglo XVIII, hasta su destrucción en el incendio de 1835. Aunque se pensó reconstruir inmediatamente, el nuevo templo no se hizo realidad hasta comienzos del siglo XX.
El aumento de la población a finales del siglo XVII y un poblamiento que mantuvo su característica de hábitat disperso, propició el que adquirieran durante estos años fisonomía propia sus pagos de Arico el Nuevo, con su ermita de Nuestra Señora de la Luz, y El Río, con su ermita de San Bartolomé, abierta al culto en 1674. Ermitas que atienden las necesidades religiosas de estas poblaciones alejadas de la iglesia parroquial. Convertidas, con el tiempo, en parroquias sin que esta nueva categoría haya cambiado esencialmente su carácter de sencillas ermitas.
Estas ermitas conservan las características de signo popular (influencias de la tradición mudéjar) que las generaron, con escasas manifestaciones de rasgos cultos y académicos. Por el contrario, son frecuentes las irregularidades y las incongruencias. Su encanto reside en la plasticidad de sus volúmenes, a base de planos limpios y cubos prismáticos que se contraponen, y en la belleza que maestros y alarifes, en su mayoría anónimos, lograron mediante soluciones de sabor popular. También se manifiesta en el empleo de materiales humildes: maderas de tea en los techos, cubiertas de teja, paredes enjalbegadas con cal; así como en su planta, de sencilla estructura rectangular de una sola nave, con diferenciación del presbiterio en altura y en la volumetría exterior.
En Arico el Nuevo su iglesia, de finales del siglo XVII, aunque reconstruida a mediados del siglo XVIII y ampliada posteriormente, conserva la pieza artística más valiosa del municipio: la Virgen de Tajo con su Niño Jesús en brazos, imagen flamenca de los primeros años del siglo XVI.
La iglesia de San Bartolomé en El Río de Arico construida a finales del siglo XVII, cuenta con una escultura de San Juan Bautista de la escuela sevillana del siglo XVII, atribuida a Martín de Andújar. El santo titular, San Bartolomé, es obra del imaginero Domingo de Campos y data de 1691.